La Pluma es un lugar donde encontrarnos, donde celebrar nuestro orgullo y desde el que seguir gritando que nuestras disidencias sexuales y de género son armas de guerra contra el cisheteropatriarcado.
La Pluma es una reivindicación de lo que somos, de lo que el sistema no soporta. Porque nuestras plumas locas, camioneras, bujarras, travestis, no binarias, molestan a quienes quieren asimilarse a un modelo de vida y consumo que establece como norma al sujeto cisgenero y heterosexual. Nuestra pluma no cabe en un orgullo pensado para el beneficio de empresas y multinacionales LGTB-friendly.
Nos negamos al uso de la bandera de la comunidad LGTB para promover procesos de gentrificación, encarecer los precios y echar a las clases populares de los barrios del centro de Madrid, creando un modelo de ciudad pensado para turistas y ricos.
Creemos en la Chueca que acogió a una comunidad transmaribibollera completamente marginada, que sirvió de punta de lanza para conseguir muchos de nuestros derechos. La Chueca luchadora y solidaria donde entre fiestas y orgias se organizaron las sexualidades disidentes para conquistar lo que ahora tenemos.
Como comunidad oprimida históricamente, no podemos entender nuestras reivindicaciones sin relacionarlas necesariamente con la lucha contra la opresión misma.
La Pluma defiende la libertad y los derechos de la disidencia sexual, pero también la lucha antirracista contra los CIEs y el cierre de fronteras, y contra estados genocidas y represores. Nuestra pluma no acepta el uso durante estos días del discurso pro-derechos LGTB como cortina de humo que invisibiliza desde la ocupación Israelí hasta la represión en el propio Estado Español.
Nuestra pluma grita contra la precariedad laboral y por una vivienda digna como derecho fundamental.
Nuestra pluma derrumba, junto a les loques, cojes, tullides y enfermes, las barreras físicas y sociales impuestas por esta sociedad capacitista.
Nuestra pluma es también feminista, en contra de las violencias jurídicas, físicas y simbólicas contra las mujeres y la misoginia dentro y fuera de nuestra comunidad.
Y obvio, cariño, nuestra pluma es transmaribibollera, por los derechos legales y médicos de les trans, contra la estigmatización de les seropositives y por la prevención del VIH, por el respeto al trabajo de nuestres compañeres putes, por la visibilización y empoderamiento de nuestras comunidades, desde la solidaridad y el apoyo mutuo.
Por eso La Pluma es transfeminista, porque nuestra lucha son muchas luchas, porque creemos en un mundo donde quepan muchos mundos. Y vamos a construirla en común para gozarla juntes, ¡que comience la fiesta!